Preguntas

Preguntas

¿Es un libro solo para mujeres? No, ni mucho menos, en realidad todos los hombres deberían leerlo. Los hombres que conozcan la historia de Laura entenderán un poco mejor a sus mujeres y eso sin duda les beneficiará a ambos. Las mujeres se sentirán identificadas en muchas escenas y aceptarán como normales sus inquietudes, sus insatisfacciones y sus reacciones. Esto les ayudará a dar el paso de hablar con sus parejas: teniendo ambos la misma información, que sin duda les llevará a un mayor entendimiento.

 

¿Es un libro romántico o erótico? Es la fusión de ambos géneros, pretendo que sirva como base para fomentar el dialogo dentro de la pareja, si me hubiese centrado sólo en un género, uno de los dos miembros no se habría sentido atraído ni identificado y por lo tanto no habría cumplido el objetivo, que no es otro que incitar a la pareja a abordar ese tema tan delicado y difícil de abordar como son las relaciones intimas.

 

¿Un libro puede conseguir que un hombre y una mujer empiecen a hablar con naturalidad sobre sexo? Sin duda, normalmente las mujeres acostumbran a leer más novela romántica, y los hombres más relatos eróticos, con estímulos tan diferentes difícilmente pueden iniciar un diálogo; sin la misma información, sus referentes, sus deseos, sus expectativas... son tan diferentes que es difícil que se lleguen a entender. Si ponemos en sus manos una herramienta capaz de despertar las emociones y los órganos sensoriales de ambos, se sentirán en el estado de ánimo ideal para hablar sobre lo que han leído, adaptándolo a sus necesidades y preferencias. Él entenderá cómo se siente y lo que espera ella, y ésta a su vez comprenderá las reacciones de él.

 

¿Es un libro autobiográfico? No, lo único que tenemos en común Laura, la protagonista de la novela, y yo, es el té con crema de leche y la edad.

 

¿Está basado en hechos reales? Muchas escenas están inspiradas o desarrolladas por algún suceso del que he sido testigo, me ha pasado a mí misma o a algún conocido, pero cambiando lugares y nombres para que nadie se pueda sentir identificado. De todas maneras, tengo que reconocer que sobre todo la segunda parte, está basada en la historia de mi propia familia, como podría ser la de cualquier otra que vivió una época de represión y doble moral como fue la guerra y los años posteriores. ¿Para qué inventar historias si estamos rodeados de biografías apasionantes?, la realidad siempre supera la ficción. En mi caso, el trabajo de investigación necesario, me ha permitido conocer historias y personas fascinantes, muchas de ellas dentro de mi propia familia o seres queridos.

 

¿Alguno de los personajes existe? Ninguno de los personajes es del todo real, aunque sí es cierto que a la hora de definir su perfil, tanto físico como en cuanto a carácter o comportamiento, he cogido de referencia a personas a las que conozco: era la única manera de no intercambiar identidades sin darme cuenta. De hecho, el personaje principal: Estel, (Estrella en catalán), es un homenaje a mi abuela que se llamaba así; a ella y a todas las mujeres, valientes como ella, que lucharon para superar las adversidades y mantener a su familia unida en una época complicada.

 

¿Por qué una novela sobre sexo? Porque ya es hora de normalizar la sexualidad, sobre todo la de las mujeres: esa gran desconocida. Las mujeres debemos responsabilizarnos de dar a conocer qué es lo que deseamos, qué es lo que nos satisface y lo que no sólo no nos satisface, sino que no nos gusta en absoluto e incluso nos causa rechazo. Si no lo hacemos nosotras ¿cómo lo vamos a obtener? No es cierto que los hombres sean egoístas, por lo menos, no la mayoría, ellos desean complacernos y lo hacen de la mejor manera que saben, pero si la información que les llega no es la adecuada, difícilmente lo conseguirán. Nadie nace enseñado, ya es hora de que las mujeres hablen de sus deseos.

 

Siempre se ha dicho que a las mujeres no les gusta el erotismo, ¿es cierto? No, no es cierto, a las mujeres nos gusta el erotismo real, lo que no nos gusta son las escenas donde se nos utiliza como objeto sexual, donde se nos somete y se nos subyuga llegando a la violencia muchas veces, haciéndonos creer además que debemos disfrutar con estas prácticas. Es normal que no nos gusten estas escenas, y tampoco lo que yo llamo “pornoficción”: adoración a falos inmensos y erecciones infinitas donde la penetración es el súmmum: nada más alejado de la realidad, como saben todos los que de verdad conocen a las mujeres y cómo satisfacerlas. Disfrutamos con las escenas en las que nos identificamos, donde la mujer es parte activa y reclama ser satisfecha, no sólo físicamente, sino también emocionalmente. Escenas donde el hombre no nos maltrata ni utiliza, sino donde se preocupa de nuestra satisfacción y goza con ello. Donde el placer es compartido y las caricias mutuas, ésas son las escenas que consiguen despertar nuestros órganos sensoriales y no las violentas o irreales.